Autor: Anónimo
Resumen: Una mañana un ciervo paseaba junto al río. El ciervo tenía mucha sed y se acercó al río para beber. Tras beber, se miró en el río y empezó a alagarse, pero había algo de lo que no estaba orgullosa: sus patas. Eran tan delgadas que parecían frágiles. Según el ciervo, esas patas no eran dignas de un animal como él.
Pensando en este, no se había fijado en el gran león que la vigilaba desde unos matorrales cercanos. Cuándo el animal levantó la cabeza para irse, el león salió detrás persiguiéndola. Y el ciervo raciono y se puso a coger ágilmente. Enseguida le ganó ventaja al león y es que en ver de correr parecía que volaba.
El ciervo pensó que, si llegaba al bosque, estaría a salvo, porque le sería más fácil encontrar su escondite. Pero fue al contrario.
Apenas había llegado y sus cuernos se le había enganchado a una rama de un árbol, intento sacar los cuernos pero era imposible.
Decidió tranquilizarse y intentarlo por última vez, y por fin logró liberarse. El ciervo volvió a la carrera y tomó ventaja hasta que el león dejo de perseguirla. Después reflexiono un poco sobre lo que había dicho de sus patas y se dio cuenta de que gracias a sus patas estaba con vida.
Opinión: Yo creo que esta moraleja nos quiere decir que tienes que quererte seas como seas.
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